
QUEMA DE LIBROS
Inma nos propone esta semana tratar sobre la quema de
libros y a continuación viene mi relato. Los otros escritos con la misma premisa se pueden leer siguiendo este enlace.
En este año de 2050 soy
terriblemente viejo. Espero la muerte, pero se ve que esta no me encuentra. No
es nada especial, es sencillamente que siento que ya no tengo sitio en este
mundo y sé que, como afortunadamente la única parte de mi cuerpo que no me
falla es la memoria, conmigo se van a ir muchos recuerdos que esta sociedad
acelerada y alocada va dejando atrás.
Recuerdo que en mi juventud
valorábamos la cultura. Nuestros mayores lucharon por la libertad, insistiendo en
el aspecto cultural, en cualquiera de sus ámbitos, a la que deberíamos acceder sin
prohibiciones ni restricciones.
Entonces llegó mi tiempo y estaba
convencido de que nuestro mundo estaba mejorando y que mi humildísima
aportación serviría para esa labor. Llegamos a poder encontrar cualquier libro,
cualquier película, cualquier música, acceder a imágenes de cualquier cuadro,
escultura, expresión artística de las culturas más alejadas o minoritarias y
todo ello con el mayor respeto a cada una de ellas.
No sé que pasó, la sociedad
recibía toda esa oferta y la despreciaba, al punto de tratar como basura lo que
nos había parecido arte.
Las bibliotecas espurgaban sus
estanterías, las pinacotecas sus paredes, dejando muchas obras de su catálogo
en oscuras bodegas para empolvarse, estropearse y terminar inutilizables.
Incluso en aquellas redes
informáticas en las que se habían colgado toda aquella información fue cada vez
más difícil de acceder a ella. Esas redes se habían convertido en un
eficacísimo modo de trasmitir una propaganda que nunca invitaba a desarrollar
la personalidad de cada cual, sino a todo lo contrario.
Entonces me sentí viejo. Un viejo
que contaba libros, describía imágenes que a los jóvenes les resultaban
monsergas. Me escuchaban mis hijos, más por cariño que por interés y me escucharon
mis nietos hasta que la adolescencia les condujo su curiosidad hacia otros
derroteros.
Seguí sintiéndome cada vez más
viejo, perdiendo a quienes compartían conmigo aquel conocimiento, bien por
defunción, bien porque sus recuerdos van quedando encerrados en una memoria en
descomposición.
En este año 2050 soy
terriblemente viejo, como lo es el mundo que amé.
11 comentarios:
Y la verdad es que, la actualidad es de información que en breve no te sirve porque constantemente se está renovando todo, a mí me gusta ir a la Casa del Anciano porque tienen un mundo interior maravilloso, sentarte a dialogar con ellos detiene el tiempo y te introduce en el de ellos, es asombroso.
Un abrazo, Juan Carlos
Como critica está muy bien, pesimista eso si y confío en que no sea realista. Hablemos con los libros, tenemos miles de conversaciones pendientes. Un abrazo
Un futuro muy triste para la cultura, para los libros...
Pero confío en que no ocurra así :)
Muy bueno el relato.
Muchos besos
'Qué horror si eso llegara a ser así!
Estremece tu relato, tanto por posible como por cercano. Espero que tu pronóstico no se cumpla, porque, de otra forma, el final de la civilización, de la humanidad como especie, estaría muy próximo. Un abrazo Juan Carlos.
Buenos dias Juan Carlos un panorama sombrio este que nos traes: que desparezca la cultura en todo el mundo y que los viejos y los libros no sean consultadds, me parece un despropósito enorme. Espero que antes de llegar ahí el mundo reaccione. Un abrazo amigo.
También en el futuro, ¡caray!.
Es que no aprendemos.
Un abrazo, Juan Carlos
Ahora tenemos tanta información y de tantas maneras que es mucho más fácil engañarnos y manipularnos pues todos son sabios y maestros de la verdad. Al final, más es menos... en este caso pero mientras haya alguien que piense en los demás y no en si mismo, el poder manipulador podrá ser vencido. Tengo esa esperanza.
NO hay ser más inculto que aquel que no quiere aprender, ni más estúpido que aquel que cree saber.
Un beso enorme.
Uff!! Que futuro mas poco halagüeño, porque cuando nuestro cuerpo no responda con normalidad que triste no tener un libro en nuestras manos, un relato que lleva a reflexionar. Besos.
Un buen texto donde mejor que no se haga realidad , sería una pena seamos optimistas en todo momento y reflexionemos para que no llegue a suceder.
Un abrazo.
Esperemos amigo mío que no se llegue nunca a despreciar los libros de esa manera, sería una catástrofe.
Un abrazo
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