¿Y qué te cuento? se suma a la celebración del séptimo aniversario de La Plaza del Diamante, con alegría y con un relato que puede ser un inicio.
Mi deseo de felicidad al autor del blog y a todos los que nos congregamos en su fiesta. Si queréis seguirla, pinchad en este:enlace.
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Gwys y Kathy
acaban de estrenar su casa. A la ilusión de vivir juntos se suma un viejo
anhelo de él, que ella comparte. Espera tener allí esa vida familiar que no
tuvo por ser hijo de un hombre siempre de viaje y de una mujer con salud
precaria y hábitos que la debilitaban. Y que se le negó en su adolescencia al tener
un padre mermado por los disparos que recibió en una misión. La llamita de vida
que quedaba a su madre expiró.
Su padre va a
conocer la casa el día que cumple setenta años. Él y su hermano Kilwich le han
preparado una fiesta y dos regalos muy especiales.
Uno es que se
ha suscrito a un canal de pago que emite partidos de rugby y confía en reunirse
con su padre y con su hermano para compartir buenos partidos y buena cerveza. Y
por supuesto, calor familiar. Las chicas, Kathy y Yukuki, la novia de Kilwich,
pueden verlo con ellos o hacer otros planes. Se llevan muy bien.
El otro regalo
es fruto de mucho trabajo de los dos hermanos. Han conseguido un ordenador con
un teclado adaptado para las capacidades que aún quedan a su padre, que, desde
que recibió aquellos disparos. Perdió el habla y su carácter ya duro empeoró. Estuvo al borde del alcoholismo e inmerso en la depresión. Ahora esperan comunicarse mejor y conocer las aventuras del mítico agente secreto
Daffyd Jones.
En los ojos de
quien fue aquel agente se lee felicidad. Escucha con impaciencia tantas
instrucciones de sus hijos y, con los dedos que aún puede manejar, escribe con
torpeza.
Cabrones, ¿queréis convertir a un hombre de
acción en hombre de letras?
Kathy quien
grita ¡Siii! mientras los hermanos
Jones ríen con esa risa que provoca la emoción, al borde del llanto.
Malditos bastardos, ¡cuánto os quiero!
Se lee en la pantalla.